En plena época veraniega, una de
las posibilidades para escapar del calor sofocante que limita las
salidas a la montaña, es hacer alguna escapada a nuestra singular
Sierra Nevada, donde la altitud regula y reduce la temperatura, y el
ambiente y el "espíritu" se refrescan un poco.
La ruta no
tiene dificultad, salvo el hecho de caminar por encima de los 3.000
metros, orientarse hacia los picos y sobre todo la última ascensión al
Cartujo campo a través, que requiere algunas trepadas.
Vamos con las fotos.
Nos
encontramos con este bloque de nieve; ya casi no queda en la Sierra,
sólo algunos neveros escasos y aislados. Al fondo se ve la cuerda de
nuestros dos objetivos; a la izquierda Elorrieta y a la derecha el
Cartujo.
Por este marcado sendero vamos hacia la Laguna de las Yeguas.
La laguna es muy azul
Después subimos por esta fuerte pendiente...
...hasta llegar a los Lagunillos de la Virgen, segundo hito de nuestra ruta...
...son un grupo de lagunas pequeñas, de un color verde intenso.
La zona de los Lagunillos es preciosa, y salimos por aquí, continuando la ascensión por un sendero empinado.
Así se veía lo que llevábamos ascendido.
Es
curioso la cantidad de nombres religiosos de esta ruta: Lagunillos de
la Virgen, tajos de la Virgen, El Cartujo..., y además vimos esta
cruz...
...y este hito de piedras al que llaman el Fraile.
Según
cuenta la leyenda, el sacerdote Martín de Mérida, del alpujarreño
pueblo de Válor, y su asistente Martín Soto, estaban el día 5 de agosto
de 1717 de travesía por Sierra Nevada camino hacia Granada, cuando se
encontraron perdidos en medio de una tormenta de nieve que súbitamente
les sorprendió, a unos 3.200 metros de altura. Tras ponerse los dos a
rezar fervorosamente, a ambos se les apareció la Virgen María con su
Hijo en brazos, calmando los elementos e indicándoles el camino a seguir
y salvándolos así de una muerte segura.
A partir de entonces, a los
tajos próximos a ese lugar se les conoce como Tajos de la Virgen. Al
pie de éstos, cerca de los Lagunillos de la Virgen, el clérigo alzó al
año siguiente, agradecido, una ermita, que pronto acabó destruida por la
climatología adversa. En el año 1724 se sustituyó esta primera ermita
por otra, situada algo más abajo, en los Prados del Borreguil, a unos
2.700 msnm; pero tampoco ésta resistió el ataque de los hielos,
emplazándose en 1745 una tercera ermita a menor altitud (1.380 msnm, en
el Picón del Savial) conocida como Ermita Vieja (la cual hoy,
reconstruida, alberga un Aula de la Naturaleza del Parque Natural de
Sierra Nevada.
Y después de esta disquisición sobre este lugar, parte de historia y de leyenda, continuamos con las fotos.
Vamos llegando a un gran collado...
...y
poco después alcanzamos el primer tresmil del día (3.190 msnm), con su
famoso refugio de Elorrieta, que en sus inicios fue un proyecto bastante
ambicioso, y uno de los más grandes e importantes de la Sierra, pero
que se encuentra en estado de total abandono y deterioro.
Hay partes que están excavadas en la roca.
Parte de atrás del Refugio.
Otra entrada y perspectiva del Refugio.
Aquí hicimos un dencanso para comer algo, mientras disfrutábamos de unas maravillosas vistas:
zoom hacia el Veleta...
...zoom hacia el Mulhacén...
...y sobre todo se abría el paisaje hacia la zona oriental, con Tajos Altos a la derecha y el Caballo a la izquierda.
También teníamos ante nosotros el segundo objetivo: el Tozal del Cartujo (con zoom)
Iniciamos la bajada por un incómodo lapiaz, pero con un paisaje y un valle preciosow; el valle y la laguna de Lanjarón.
Antes
de llegar a la Laguna, giramos a la derecha para atacar el Cartujo por
la arista Oeste, que es más complicado, pero más corto y emocionante.
Nos encontramos con un caos de grandes bloques de piedra, que sorteamos
trepando.
Y por fin alcanzamos la cumbre del Tozal del Cartujo (3.151 msnm), con una última trepada a la gran roca que lo corona.
Detrás se distinguen perfectamente las siluetas de Tajo Alto y el Caballo.
Hacia la zona opuesta, con el Mulhacén sobresaliendo un poco al fondo.
A la vuelta paramos en la Laguna de las Yeguas...
...a la que dejamos atrás para encaminarnos hacia el final de la ruta.
Alargando la ruta en un bar de Pradollano con un merecido refrigerio.